De los años de mi niñez, conservo el recuerdo de tres sueños que me hubieran gustado que se hicieran realidad. Uno, que los Reyes Magos se hayan dejado ver en el momento preciso en el que depositaban los regalos junto a mis zapatos, el agua y el pastito con los que los esperaba. Y los otros dos, son: que uno de mis sobrinos me traiga el remedio que le recetó el médico y él no lo tomó, pero a mí me hace falta, porque yo tomo todos los medicamentos que llegan a mi mano puesto que tengo un dolor para cada medicamento existente. El tercero, ya es un imposible, por cómo están los precios. Y es que, otro sobrino, hermano menor del antes aludido, venga a visitarme trayendo un asado prometido. Obviamente, los tres ya están perdonados por mí por no haber cumplido. Porque, el del asado (por ejemplo), cuando me lo prometió, la vaca (que debe ser hoy) todavía no estaba ni en la imaginación de su madre siendo ternerita mamona.
Daniel E. Chavez
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